La Pedales de León es un viaje que transita íntegramente en la Montaña Oriental Leonesa, adentrándose parcialmente en el Parque Nacional de Picos de Europa. Se trata de un recorrido duro, no lo vamos a negar, pero a la vez apto para todos los niveles ya que se puede plantear desde la versión mas suave en 6 días, o bien la mas atrevida que sería el reto de hacerlo en 3 días.
Personalmente creo que la mejor opción es la intermedia, 4 ó 5 días que es la que elegimos nosotros ya que permite disfrutar con todos los sentidos del mayor potencial de esta ruta que son sus paisajes, pueblos y gentes.
Los 220km y más de 6000m de ascensión acumulada en su mayor parte discurren por pistas y sendas de muy diferentes pendientes y durezas que no dejan indiferente a nadie.
Disponen de un Road Book con soporte para el manillar muy bien detallado pero nosotros nos inclinamos por las nuevas tecnologías e hicimos uso del GPS. También facilitan un plano detallado de todo el recorrido que en nuestro caso fue muy útil. Tienes la posibilidad de contratar un servicio de transporte de equipajes que tu espalda agradecerá y permite una mayor libertad de movimientos con la bicicleta.
Nuestro primer día fue corto pero intenso, partimos desde Crémenes, donde nos alojamos la primera noche en el Centro de Turismo Rural El Sabinar. Pasamos por pequeños pueblos como Viego y Reyero, solventamos las duras rampas para llegar a Lois, siempre dejando a nuestra izquierda el Pico de Mampodre, para luego seguir por un pequeño desfiladero que nos guiaría hasta Liegos, donde tomaríamos nuestro merecido avituallamiento en una estupenda terraza.
Después de sellar en el primer punto de control que se encontraba en Lario, nos encaminamos al refugio de Valdeburón, enclavado en un sitio privilegiado como es el pueblo de Polvoredo, final de nuestra primera etapa. Mención especial merece este alojamiento restaurado, pues es un lugar encantador ideal para el descanso con sus excelentes colchones y almohadas de viscoelástica. Dispone de una pequeña sala de ocio muy acogedora con pantalla de tv gigante ademas de Wifi, que nos brindó una tarde de domingo Formula1, MotoGP, Mundial de Basquet, Vuelta Ciclista a España e Internet. Comimos y cenamos fantásticamente y el trato del regente fue de lo mas familiar y agradable que se pueda encontrar.
Tras un completo desayuno dimos comienzo a la segunda etapa, la que a la postre sería la mas dura por su elevado desnivel y distancia pero también la mas plástica.
Por un sombrío valle en ligera subida, pudimos disfrutar de la compañía de unos caballos en busca de ansiado dulce que tanto les gusta.
Después de este agradable momento nos adentramos en el Parque Nacional de Picos de Europa, y el mejor recibimiento era un espectacular y divertido sendero de bajada, ciclable en su primer tramo, y unos pocos metros con la bici a cuestas. Las vistas que dejaba entrever este bosque de hayas hacían honor al paraíso natural por el que transitábamos.
En el Valle de Sajambre transitamos por los pueblos de Pío, Oseja y Soto de Sajambre, este último es de visita opcional, pero realmente recomendable pues aporta bonitas vistas y diversas curiosidades.
Teníamos por delante la dura y larga subida al puerto de Panderueda por la Senda del Arcediano, en su primera parte con cielo abierto y sol justiciero para más adelante sumergirnos en un precioso bosque en el cual pondríamos nuestro físico al límite con sus inclinadas rampas.
Pero este esfuerzo tendría su merecida recompensa que no es otra que disfrutar de los bocadillos que compramos en el punto de control de Oseja de Sajambre mientras gozabamos de las vistas del Mirador de Piedrashitas.
La noche nos acechaba y tuvimos que espabilar en la subida al puerto de Pandetrave, en su primera parte por carretera para más tarde desviarnos por una pista que causó dolor en nuestras piernas por el fuerte ritmo impuesto.
Cuando coronamos ya solo nos quedaba una larga bajada por carretera hacia Portilla de la Reina donde había un nuevo punto de control, y un posterior llaneo hasta Villafrea de la reina, donde nos alojamos esa noche en el albergue Venta de Eslonza, un antiguo colegio rehabilitado.
La tercera etapa fue muy rodadora pero con duras subidas, pasando por pequeños pueblos como Valverde de la Sierra (muy valorado por la riqueza de sus aguas de manantiales según nos explicaban sus lugareños) o Besande y en dirección Morgoviejo pudimos disfrutar de una excitante bajada.
En Morgoviejo nos tomamos un pequeño descanso para reponer fuerzas.
Esta parte del recorrido es la mas solitaria pues pasamos por pueblos que no son lugar de paso, donde las carreteras terminan y solo están rodeados de naturaleza.
En uno de estos pueblos, La Mata de Monteagudo, nos alojamos ese día. El Centro de Turismo Rural La Velilla está ubicado muy cerca del Santuario de la Virgen de la Velilla, un paraíso en medio de la naturaleza y que sorprende a primera vista. Allí pudimos relajarnos para afrontar el último día con fuerzas.
La cuarta y última etapa también deparaba un recorrido rodador, eso si, con sus dificultades orográficas. En poco tiempo nos presentamos en Cistierna para tomar un almuerzo, allí apareció la lluvia tras dos meses sin caer ni gota, nos pusimos los chubasqueros pero rápido cesó de llover. Continuamos por el Valle de Sabero y tan solo teníamos pendiente sellar el último punto de control en el pueblo que da nombre al valle.
Nos quedaba la subida y bajada hasta Valdoré, la empinada subida a la Collada de Aviau y la trepidante bajada a Crémenes en la que tres de nosotros tuvimos percances con los pinchazos a la vez.
Con un sentimiento de tristeza por dejar atrás esta aventura pero a la vez de alegría por haber disfrutado de cuatro días maravillosos ponemos fin en el mismo lugar que comenzamos.
Ya en El Sabinar pudimos comer y pegarnos una merecida ducha. Allí le dimos un remojón a las bicis antes de meterlas al coche.
Para tomar dirección a Cistierna, comentar nuestras magníficas impresiones a Edu y recoger nuestro merecido malliot de "finishers" en PEDALES DE LEÓN.